“Entre el blanco y el negro, puede estar el gris; entre el día y la noche, está el crepúsculo. Pero el gris no reduce en lo más mínimo la diferencia entre el blanco y el negro, ni e l crepúsculo la diferencia entre el día y la noche”
Norberto Bobbio
Los ciudadanos que conscientemente y en pleno uso de su razón, asumen una posición política clara y coherente con sus principios, están dando el primer paso en la configuración de una democracia real.
Pero, decir que esa posición la asumen en uso pleno de su razón, nos tiene que llevar a la conclusión de que ningún factor de manipulación ha interferido para la toma de esa postura. Y decimos que una democracia se fortalece con este tipo de coasociados, pues son personas que van más allá de los personalismos políticos a los que nos impulsan los medios de comunicación y la propia mercantilización de la actividad política, puesto que tienen la osadía de vincularse con una opción política, aceptando los compromisos éticos y ciudadanos que esa situación conllevan.
En Colombia han sido realmente pocas las opciones que han surgido de proyectos políticos serios que alienten a las personas a participar de una manera militante y activa, pues, aparte del absurdo bipartidismo frentenacionalista, las demás opciones han sido rechazadas y estigmatizadas o han tomado rumbos muy a los extremos –quizá obligados por la misma situación de exclusión a la que se han visto abocadas-.
Hoy, podemos afirmar, que son muy pocas las personas que asumen una posición de militante dentro de un partido o movimiento político, mas bien se dejan llevar por el vaivén de la coyuntura electoral o se ubican en ese ambiguo gris crepuscular que no permite diferenciar los proyectos ideológicos que ha asumido uno o el otro.
De alguna manera esa postura de indiferencia o apatía puede atribuírsele al grado de intolerancia hasta el que hemos llegado los colombianos con el que piensa diferente, pero no puede dejar de preocuparnos los altos índices de abstencionismo y de desconocimiento que tienen las personas de la cosa pública y de la dinámica de integración social, casi nula en estos tiempos modernos.
Algunos también pueden hablar de la miseria de las ideas, la falta de opciones, la impopularidad de los políticos –a excepción de la de algunos expertos en demagogia-, en fin hay un problema crítico. Pero incluso, yo podría ir más lejos y afirmar que el sustento de muchos de los movimientos y partidos que son las personas en una actividad asociativa de intereses y preocupaciones comunes, está siendo vil y estratégicamente aniquilado por un sistema que niega e impide con cada vez mayor énfasis, la opción y la necesidad de asociarnos como miembros de una comunidad. Esta realidad puede corroborarse con el impedimento para la sindicalización de los trabajadores, la desaparición de espacios públicos, el individualismo egoísta de las personas, la desconfianza entre vecinos, etc, todo esto orquestado por un sistema que se siente más seguro con individuos solitarios que no se sienten a pensar y a debatir sobre lo público.
Bueno, las cartas están tiradas sobre la mesa, de cada uno de nosotros depende, seguir apáticos o embarcarnos en el tren de la participación política, opción que yo acojo e invito a muchos a que se sumen a pensar qué es lo que realmente hay detrás de las verdades impuestas por los medios de desinformación, que arrastran a las masas a un peligroso pensamiento único y a una polarización con fines de desaparecer la oposición que valientemente levanta las banderas de la justicia y la democracia, aún en contra de la corriente mediática.
Por último, y ante la disyuntiva de si el blanco o el negro, yo decido pintarme de amarillo y empezar a soñar y a construir una Colombia diferente. Porque otra Colombia es posible.
SEBASTIÁN MIRA
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